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El Völuspá

25.09.2011 02:04

Un buen lugar con el que empezar es con la parte más antigua del gran poema éddico

“Völuspá” (La Profecía de la Vidente). Ésta data probablemente del año 1000, cuando

Cristo empezaba a ejercer una gran influencia en los asuntos nórdicos. Por ello, el

Poema, tal como lo conocemos, puede mostrar la mitología nórdica influida por la

cristiana. Además, el texto del Codex Regius lo muestra en un estado ya mutilado. Hay

obvias lagunas en él y probablemente interpolaciones difícilmente rastreables. El poema

se presenta como la declaración de una “völva” (vidente, sibila) no conocida, ante la

existencia de Valfodr, uno de los muchos nombres de Odín. Él le había pedido que le

contase los antiguos relatos de los hombres, las primeras cosas que podía recordar.

Empezó hablando de sus recuerdos de épocas primigenias, para continuar con

acontecimientos posteriores, aunque muy antiguos y finalmente, siguió con el futuro, el

cual profetizó, presumiblemente ante la inquietud de Odín. Dice del estado más

primitivo del universo:

 

Fue en tiempos remotos,

cuando nada había,

ni arena ni mar

ni frías olas,

ni tierra

ni altos cielos,

sólo un gran vacío

y nada crecía.

 

Así pues, cuando nada había y la oscuridad reinaba en todas partes, existía un poderoso

ser llamado Allfather (Padre de Todo), al que imaginaban confusamente tanto no creado

como no visto, y todo lo que él deseaba era aprobado. Era una especie de ser invisible

que había existido desde siempre, y el cual contaba con once nombres más.

En el centro del espacio se encontraba, en el albor del tiempo, un gran abismo llamado

Ginnungagap, la grieta de entre las grietas, la sima grandiosa, cuya profundidad no

alcanzaba a ver ningún ojo y que estaba cubierto en una constante penumbra.

Al norte de este lugar se encontraba un espacio o mundo conocido como Niflheim (el

mundo de la niebla y la oscuridad) en el centro del cual burbujeaba el inagotable

manantial Hvergelmir (la caldera hirviente), cuyas aguas abastecían doce grandes

corrientes conocidas como las Elivagar. Como las aguas de estas corrientes fluían

velozmente desde su origen hasta encontrarse con las frías ráfagas de la sima grandiosa

(Ginnungagap), se solidificaban pronto en enormes bloques de hielo, que rodaban hacia

las inconmensurables profundidades del gran abismo con un continuo estruendo

atronador.

Al sur de esta oscura fosa, en dirección opuesta al Niflheim, el reino de la niebla, se

localiza otro mundo conocido como Muspellsheim (el hogar del fuego elemental),

donde todo era calor y luz y cuyas fronteras eran guardadas continuamente por Surtr, el

gigante de la llama. Este gigante blandía ferozmente su reluciente espada, lanzando

continuamente grandes cantidades de chispas, que caían con un silbido sobre los

bloques de hielo en el fondo del abismo, derritiéndolos parcialmente con su calor

incandescente.

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